Existe el riesgo de que los emisores de inversiones en renta fija (como los bonos) no logren reembolsar el dinero que han pedido prestado ni puedan pagar los intereses. Cuanto peor sea la calidad crediticia del emisor, mayor será el riesgo de impago y, en consecuencia, de pérdida de la inversión.
El uso de derivados puede aumentar el riesgo global al magnificar el efecto tanto de las ganancias como de las pérdidas, lo que provoca grandes cambios en el valor y, potencialmente, grandes pérdidas financieras. Una contraparte a una operación de derivados puede que no cumpla sus obligaciones, lo que también conduciría a una pérdida financiera.
Estos mercados conllevan un riesgo de pérdida financiera más elevado que muchos de los mercados desarrollados debido a que pueden disponer de sistemas legales, políticos, económicos o de otro tipo menos desarrollados.
En algunas inversiones (por ejemplo, el Rendimiento implícito de los contratos de derivados sobre divisas a plazo), las ganancias pueden asignarse a los ingresos en lugar de a la cuenta del capital. Esto puede causar mayores fluctuaciones en el valor del capital del fondo. Los ingresos pueden ser gravables.
El valor de las inversiones en renta fija (p. ej., bonos) tiende a disminuir cuando hay una subida de las tasas de interés.
Puede haber una cantidad insuficiente de compradores o vendedores de inversiones específicas, lo que da lugar a retrasos en la negociación y en la realización de liquidaciones, y/o a grandes fluctuaciones de valor. Esto puede llevar a pérdidas financieras más grandes de lo que se podrían anticipar.